¿Influyó Mujercitas en Ana de las Tejas Verdes?

Estimadas/os lectoras/es,

Estaba yo visualizando una serie de vídeos de las adaptaciones más recientes de Ana de las Tejas Verdes (Moira Walley-Beckett, 2017-2019) y Mujercitas (Greta Gerwig, 2019), cuando me dio un venazo literario que me hizo retornar a una idea que había comentado previamente a personas de mi círculo más íntimo, pero que dejé abandonada por falta de tener un espacio donde desarrollarla. Y es que hace unas semanas me encontraba leyendo la majestuosa Ana de las Tejas Verdes, cuando me topé con una referencia que me abrió los ojos, en cierto sentido, acerca de sus posibles conexiones con la aclamada Mujercitas. Antes de indagar en esta teoría, empezaremos refrescándoos la mente.

Fotografía de Lucy Maud Montgomery. Recuperado de: https://www.infobae.com/america/cultura-america/2020/02/11/por-que-siempre-quise-ser-ana-de-las-tejas-verdes-y-nunca-jo-de-mujercitas/

Ana de las Tejas Verdes es un clásico escocés escrito por Lucy Maud Montgomery, que cuenta la historia de Ana, una niña huérfana que es adoptaba por una familia pobre del pequeño pueblo de Avonlea, en la Isla del Príncipe Eduardo. Allí vivirá muchísimas aventuras, casi todas caracterizadas por la torpeza de la protagonista, que le hará meterse en gran cantidad de líos.

Fotografía de Louisa May Alcott. Recuperado de: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-sale-historia-inedita-louisa-alcott-202007060154_noticia.html

Mujercitas de Louisa May Alcott, en cambio, cuenta la historia de una familia de clase media-baja, compuesta por cuatro hermanas: Meg, Jo, Beth y Amy. Ellas también van a experimentar sus propias aventuras, en este caso marcadas por la pobreza y la crítica social.

Una vez explicado, de manera muy breve, el argumento de cada una de las sagas que nos atañen, y presuponiendo que las habéis leído, o que las conocéis mínimamente; podemos empezar a evaluar los aspectos que las unen. Así pues, en primer lugar, tendríamos la historia de amor de Jo y Laurie, y la de Gilbert y Ana.

– Cuando Jo conoció a Laurie y cuando Ana conoció a Gilbert

¿Jo y Laurie, e historia de amor en la misma frase? Sí, queridas/os lectoras/es, hasta lo que no acaba bien puede ser considerado como tal, es incluso más romántico, como diría Ana. Trasladémonos a los comienzos: Jo conoció a Laurie durante el transcurso de una fiesta. Claramente ninguno lo estaba disfrutando, por lo que juntos hallaron consuelo en las escaleras de la casa donde se realizaba la celebración. Como no podía ser de otro modo, desde el primer momento en que la vio, Laurie se enamoró de ella (“Te quiero desde que te conozco, Jo. No lo puedo evitar, siempre has sido muy buena conmigo.”).

¿No os suena familiar esta canción? ¿Acaso la historia de Gilbert y Ana no es exactamente la misma? Se conocen desde que eran pequeños, cuando Ana le estampó en la cabeza esa vieja pizarra, delante de toda la clase; y Gilbert, un tipo raro donde los haya, lejos de enfadarse, decidió que se casaría con ella algún día. Ana era la única que no caía rendida a sus encantos, algo que el chico más popular de Avonlea no podía permitir. Tampoco podía el seductor Laurie, quien se dedicaba a flirtear con todas las mujeres existentes, incluyendo las hermanas de la propia Jo, de las cuales solo le correspondía Amy (“-La verdad es que sí parece agradable, pero no se cómo se hace (…) -reconoció Jo (…). -Aprende de Amy; tiene un talento natural para ello.”)

Ni uno ni otro lograron confesar sus intenciones hasta que alcanzaron cierta madurez, de manera que se dedicaron a disfrutar del momento, sin dejar de tirar alguna que otra indirecta, captada e ignorada por sus amadas. Prueba de ello son esos dos grandes momentos, que he querido reproducir aquí, pues a veces una imagen vale más que mil palabras; en los que por fin Laurie y Gilbert hablan, y ellas se niegan a escuchar:

Gilbert y Ana

– Olvídate ahora de Phil y de las violetas, Ana -intervino Gilbert en voz baja, y le agarró la mano de tal manera que la joven no pudo zafarse-. Quiero decirte algo.

Ay, no lo digas -suplicó Ana-. No, por favor, Gilbert.

Debo hacerlo. Las cosas no pueden seguir así más tiempo. Ana, te amo. Sabes que es así. No… no soy capaz de decirte cuánto. ¿Me prometes que algún día te casarás conmigo?

– Yo… no puedo prometértelo -contestó Ana con gran tristeza-. Oh, Gilbert, lo has fastidiado todo.

– ¿No te intereso lo más mínimo? -preguntó el joven tras un silencio horrible durante el que Ana no se había atrevido a levantar la vista-.

– No… No de esa forma. Te aprecio mucho como amigo, pero no te amo Gilbert.

– Pero ¿no puedes darme esperanzas de que tal vez llegues a hacerlo… algún día?

– ¡No, no puedo! -exclamó Ana desesperada-. Nunca, jamás, podré quererte de esa manera, Gilbert. No debes volver a hablarme de este asunto.

Laurie y Jo

(…)

Esa es mi intención.

Algo en el tono firme del muchacho hizo que Jo levantase la mirada enseguida y le descubriera observándola de un modo que no dejaba lugar a dudas: el momento que tanto temía había llegado. Alzó la mano para frenarle e imploró:

¡Por favor, Teddy, no lo hagas!

Sí lo haré y tendrás que escucharme (…).

– Te quiero desde que te conozco, Jo. No lo puedo evitar, siempre has sido muy buena conmigo. He intentado mostrarte mis sentimientos, pero no me has dejado. Ahora quiero explicártelo todo y necesito que me des una respuesta, porque no puedo seguir así por más tiempo.

(…)

– Nada más, salvo decir que no creo que me case nunca. Estoy muy bien así, valoro mi libertad y no tengo prisa por perderla a cambio de ningún hombre (…).

Como veis las similitudes entre ambas escenas son sorprendentes, casi parece que Montgomery ha copiado a Alcott. Y digo parece, porque si habéis tenido la suerte de leer ambas obras, sabréis que sus historias son completamente distintas. Aun así, no dejamos de ver conexiones. Por ejemplo, después de esas incómodas conversaciones, tanto para ellas como para ellos, todos pasarán un largo tiempo separados. Estos hechos parecen ser muy comunes en la literatura, tanto contemporánea como clásica (véase Orgullo y Prejuicio, Romeo y Julieta, La Señora Dalloway…), parece una parte fundamental del manual sobre cómo escribir obras románticas. Con el tiempo, la añoranza aflorará, de manera que nuestros cuatro protagonistas terminarán reencontrándose. Ana descubrirá algo que ya se da a entender al lector/a desde el inicio de la saga: efectivamente ella ama a Gilbert (“¡Un mundo sin Gilbert Blythe en él! Ana repitió aquellas palabras deprimentes. ¿No sería un lugar demasiado solitario?”).

Por su parte, Jo se encarga de destrozar la última y pequeña esperanza que conserva el/la lector/a sobre la posibilidad de que se case con su mejor amigo. La joven March quiere ser amada, y recurre a Laurie porque cree que nadie más la querrá, pero en realidad no le quiere de esa forma. Laurie ya no es el que era, se ha hecho un “hombre”, ha viajado por numerosas ciudades, se ha sacado una licenciatura en Derecho… Se ha convertido, y perdonad por la vulgaridad de la expresión, pero no hallo otra forma mejor de explicarlo; en un “niñato rico”. He leído en varias ocasiones, en la prensa contemporánea, que Alcott escribió la obra porque necesitaba dinero, y que realmente no le gustaba mucho la historia, que la hizo por orden de su editor. Personalmente, no creo en estos planteamientos banales, creo que la escritora adora su historia. Se nota a lo largo de toda la obra, y atendiendo al tema que nos ocupa, se nota muchísimo en Jo. Ella misma explica al final de la segunda parte de la novela, que Jo necesita a un hombre maduro, no a un niño que juega a ser adulto. Así es como mima a su personaje, defiende su decisión de rechazar a ese viejo amigo que ahora la corteja, y la casa con el culto profesor Frederick, quien se interesa por las mismas cosas que ella, a diferencia del ahora mujeriego y fiestero Laurie.

Dos finales muy distintos para historias tan parecidas, ¿no creéis?

Ahora si entramos un poco en los aspectos psicológicos de los personajes, podemos ver también alguna característica común. Ana y Jo, ambas mujeres fuertes, extremadamente inteligentes, poco convencionales, que no se cortan un pelo en defender la igualdad de género… etc. Luego tenemos a Gilbert y a Laurie, hombres buenos, encantadores, que se prestan a todo tipo de actividades planeadas por sus amadas, que las apoyan incondicionalmente… pero que son hijos de su tiempo. Esperan ser correspondidos en sus deseos, y cuando esto no se produce, se cogen un rebote que les hace dejar de hablar a sus amigas: Laurie deja de escribir a Jo, y Gilbert se aleja paulatinamente de Ana. Chicos, hay que aprender a aceptar las derrotas con deportividad, y, sobre todo, no dar las cosas por sentado por el simple hecho de ser hombres. El mundo no le debe nada a vuestros egos.

– Castillos en el aire

Si os han parecido sorprendentes las vinculaciones que existen entre las historias de amor de Mujercitas y Ana de las Tejas Verdes, os digo que todavía podemos ir más allá. ¿Recordáis el preciosísimo capítulo de Mujercitas, titulado Castillos en el aire, inscrito en la primera parte de la novela? En él las hermanas March y Laurie hablan sobre qué les gustaría hacer con sus vidas si estuvieran libres de responsabilidades y de toda clase de problemas (“¿No estaría bien que todos los castillos en el aire que construimos se hicieran realidad y llegáramos a vivir en ellos? -dijo Jo, tras una pausa.”) ¿Y si os dijera que exactamente en la página 203, del cuarto libro de Ana de las Tejas Verdes (al menos de la edición que manejo), Montgomery parece citar expresamente a Alcott?

En cuanto Ana pronunció la frase “la casa de vuestros sueños”, su imaginación se puso en marcha y empezó a fantasear con la construcción de la suya (…). Pero, por extraño que le resultara, Gilbert Blythe no dejaba de aparecer también por allí, ayudándola a colgar cuadros, plantar flores y realizar otras tareas que, sin duda, un héroe orgulloso y melancólico consideraría indignas. Ana intentó eliminar la imagen de Gilbert de su castillo en el aire, pero, por alguna razón, le resultaba imposible (…).

La primera parte de Mujercitas fue publicada en 1868, y Ana de las Tejas Verdes en 1908. Por tanto, no sería extraño que Alcott influenciase a Montgomery, teniendo en cuenta la importancia que tuvo y que aún tiene la novela estadounidense. Carole Gerson muestra en su artículo “Dragged at Anne’s Chariot Wheels: L.M. Montgomery and the Sequels to Anne of Green Gables”, que efectivamente, la escritora conocía sobradamente las obras de Alcott, y hacía continuas referencias a ella, tanto en sus libros, como en sus ensayos y cartas. He removido cielo y tierra para encontrar alguna de estas citas, pero lamentablemente no lo he logrado, así que tendremos que fiarnos de la palabra de Gerson.

A modo de curiosidad, y para remarcar la posible unión, ya no solo literaria, sino de sororidad de ambas autoras, os señalo que un siglo después, Montgomery, se encontró con las mismas dificultades que tuvo Alcott, y que aparecen reflejadas en Mujercitas, para publicar sus escritos:

I don’t know what kind of a publisher I’ve got. I know absolutely nothing of the Page Co. They have given me a royalty of ten percenton the wholesale price, which is not generous even for a new writer, and they have bound me to give them all my books on the same terms for five years. I don’t altogether like this but I was afraid to protest, lest they might not take the book, and I am so anxious to get it before the public. It will be a start, even if it is no great success.

No sé qué clase de editor tengo. No sé absolutamente nada de Page Co. Me han dado el diez por ciento sobre el precio al por mayor, que no es generoso ni si quiera para un nuevo escritor, y me han obligado a darles todos mis libros bajo esas mismas condiciones durante cinco años. Esto no me gusta del todo pero tenía miedo de protestar, por si se llevan el libro, y estoy muy ansiosa por tenerlo antes que el público. Será un comienzo, incluso si no es un gran éxito.

Parece ser, por la pequeña búsqueda que he llevado a cabo, que nadie jamás ha teorizado de manera amplia, sobre la hipótesis que hoy estamos barajando. ¿Pudo Louis May Alcott, con su novela Mujercitas, influir definitivamente en la obra de Lucy Maud Montgomery, titulada Ana de las Tejas Verdes? Esperamos que en un futuro no muy lejano alguien se anime a tratar este tema, porque quién sabe, a lo mejor tú, que estás leyéndome ahora mismo, decides un día ampliar la información de manera significativa.

Muchas gracias a todas/os por vuestra atención, y no dudéis en dejar vuestras teorías conspirativas (siempre refutadas en hechos, por favor), en los comentarios. Estaremos encantadas de leeros.

– Bibliografía y recursos web

· C. GERSON: “Dragged at Anne’s Chariot Wheels: L.M. Montgomery and the Sequels to Anne of Green Gables”, Papers of The Bibliographical Society of Canada, XXXV (1997), pp. 143-159.

· MAUD MONTGOMERY, L., Ana de las Tejas Verdes: Más aventuras en Avonlea, RBA Libros, Barcelona, 2019.

· MAY ALCOTT L., Mujercitas, Alma Clásicos Ilustrados, Barcelona, 2019.

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