Jane Eyre es una obra maestra de la literatura. Trata temas sobre la dignidad de los pobres y las mujeres, críticas a las personas con dinero, a la educación… Una verdadera masterpiece para la época.
Me gusta la actitud de badass que tiene Jane Eyre ya desde pequeña, no se deja intimidar ni doblegar por nadie. Sabe como debería comportarse para ser «tolerada» en esa casa, pero no lo hace porque no le da la gana. No quiere fingir, es fiel a sí misma y eso siempre es un rasgo admirable. Volvemos, por tanto, a ver a las mujeres fuertes, respondonas e insatisfechas, que caracterizan también las novelas de Emily y Anne Brönte.
Algo que también caracteriza a las hermanas Brönte, es la educación, o mejor dicho, la falta de ella; de los niños y niñas cuyo estatus social es superior al resto. Hablando claro, los niñatos ricos son unos maleducados consentidos.
Se nota que Brönte trabajaba como profesora, desconozco de niños de qué edad, pero por lo que ella misma cuenta, parecen pequeños. Además, da la sensación de que les conoce bien desde el plano psicológico. Tengo entendido que las estudiantes actuales de Magisterio, tienen asignaturas de Psicología Infantil, pero en el siglo XIX dudo mucho que esto fuese así. Por ello me sorprende este conocimiento del alma y del comportamiento de los niños pequeños. Eso solo lo logra una buena profesora y una buena persona, reflexiva y empática hacia su entorno.
Hablando de su entorno y de empatía… la tía Reed es un regalo de navidad, ¿eh? Menuda joya.
Muy interesante que este personaje sirva para tratar la salud mental. Esto es algo que desconozco que se hiciera hasta nuestra época, por eso me impresiona que Brönte hable de ello tan abierta y claramente, recordemos, dos siglos atrás.
El tema de las apariencias está muy presente también. La señora Reed teme que Jane vaya contando por ahí los maltratos a los que ha sido sometida, se ve acorralada por una niña de 10 años (menuda reina), y cambia radicalmente de actitud, se vuelve más «amable», recula un poco… aunque luego volverá a las andadas, porque no se puede fingir eternamente. Pensad que hoy en día todavía seguimos con esta herencia del «qué dirán si…». Pues imaginaos en el XIX, cuando era todo lo que importaba socialmente…
Brönte, en la piel de una niña que no sabe de qué va la vaina, plantea el tema de lo que ahora llamamos ‘bullying’, de las humillaciones, de los castigos en las escuelas, que en la época eran algo totalmente aceptado y normal. Al parecer curtían el carácter, pero nuestra autora no lo ve así.
La verdad que leyendo esta etapa en la escuela, y a Helen, se da una cuenta de la importancia de la religión en la autora, cuyo padre, recordemos pertenecía a esta quinta.
La muerte está terriblemente presente en este libro. Fiebres tifoideas, tisis… ¡y luego nos quejamos de los resfriados¡ Irónica dicotomía entre el buen tiempo de Mayo, las flores, el calor… con el infierno de enfermedades que se vive dentro de la escuela.
El encuentro con el señor Rochester es cuanto menos un cliché de película de época romántica. Me retrotae al casual encuentro de Emma con Frank Churchill, que ¡qué casualidad! También incluye un caballo, un páramo, una misma dirección… Esto sin mencionar que la señora Fairfax tiene el mismo apellido que la señorita Jane Fairfax de Emma. Y si queremos entregarnos a la tendencia del delulú, la protagonista se llama Jane, igual que la citada señorita Fairfax, ¡igual que la propia autora de Emma!
Hay que mencionar también que el señor Rochester tiene algún que otro parecido con el señor Darcy. En cuanto a personalidad, serio aunque con cierto puntillo humorístico. Luego la historia familiar, en la que él es tratado injustamente por aquellos a los que aprecia.
No sé si es porque son familia, o porque las unas influenciaron o incluso aconsejaron, a las otras, pero al leer percibo coincidencias en las hermanas Brönte. La forma de narrar me recuerda a Anne, aunque ésta era más sincera y directa. La ferocidad del personaje de Jane Eyre y de la tía Reed, me retrotrae a la violencia de Emily… Yendo más allá, el carácter rudo del señor Rochester, y el aura sombría y monótona recuerdan un poco a Cumbres Borrascosas, ¿no?
La cuanto menos extraña relación entre Rochester y Jane es predecible. Era obvio que acabarían interesándose el uno en el otro.
Rochester es un personaje muy peculiar. No tiene piedad con Jane, ¿cómo puede la mente masculina ser tan básica? ¿Cómo la invitas a la velada con esas damas pretenciosas que la ponen verde en su cara, y encima la dices que siga yendo a las cenas? Y, ¿a quién se le ocurre hacerse pasar por una gitana adivina? ¡Qué escándalo! ¡Qué descaro! ¡¡¡ME ENCANTA!!!
Toda la historia de Rochester casándose con una arpía es una proyección de la infancia de Jane. Es muy curioso, la historia se repite, y Jane quiere proteger a Adèle de su futura madrastra porque a ella nadie la protegió de la señora Reed. Y lo peor de todo es que Rochester sabe cómo es y de lo que es capaz su «futura esposa»; y no le importa. ¡Eso sí que es amor!
Queridx lector/a no quiero pecar yo de pitonisa, pero SABÍA QUE JANE IBA A HEREDAR FORTUNA. Es un poco la historia de la Cenicienta de Hilary Duff ¿no? O sea ya tienes que ser mala pécora para esconder algo tan importante.
Muy interesante las declaraciones que hace Jane sobre su condición social y como ésta es una dificultad enorme para casarse con la persona a la que ama.
Pone en jaque las costumbres de toda una sociedad, SU (‘machista’) sociedad, que le impide la felicidad, y les recuerda (siguiendo los pretextos del cristianismo), que todos son iguales ante Dios, no hay ni ricos, ni pobres. Si pecas, irás al infierno, tanto si tienes dinero como si no.
Cuando leí la escena del jardín al atardecer, SUPE QUE SE VENÍA PROPOSAL. Y qué bonita, dramática y fiel a los personajes es, me encanta. ¡Qué bien está construida! El tira y afloja, él intenta hablarla, pero ella, consumida por sus emociones; no escucha. Y cuando finalmente lo hace, no le cree porque es demasiado bonito para ser cierto. ¿Tenemos por aquí a una Penelope Featherington?
Brönte acaba rematando la faena y mandando al verdadero carajo la opinión tanto de Dios como de la gente. ¡Qué valor en la época! Y más siendo hija de un sacerdote anglicano.
Los toques cómicos feministas de Jane son sencillamente espectaculares.
Hablemos de lo rompedor que es el hecho de que ella sea la que coge el toro por los cuernos y se declara. Una auténtica declaración de derechos de la mujer en el XIX.
La advertencia de la señora Fairfax me dejó un poco con el trasero torcido. ¿Hay algo que no sepa aún? ¿Qué secretos esconde este personaje?
Cabe resaltar que Jane no quiere ser una mujer florero, no quiere ser una mantenida.
Y este semejante plot twist con mamarracheo me parece tan slay queen, premio nobel, que no puedo dejar de reírme. ¿Me estás diciendo que todo este tiempo, todas esas risas, «sueños con una señora de pelo negro», eran VERDAD? ¿Me estás diciendo que tiene a la niña del exorcista emparedada en la misma habitación en la que duerme Jane? ¿¡Pero qué es esto!? Charlotte, hermana, vaya reina estás hecha.
Entiendo a Rochester, pero no le excusa el haber mentido así. Lo bueno es que lo reconoce en su extensa explicación de los hechos. Todos merecemos una segunda oportunidad, sobre todo cuando te han engañado. Aunque es irónico que Rochester esté furioso por esta cuestión. ¡Él mismo ha engañado a Jane! En parte, razones no le faltan… Si Jane no hubiese tenido el cerebro lavado con los rígidos y restrictivos dogmas cristianos, se habría quedado con él, en vez de escaparse de Thornfield.
Brönte pone en tela de juicio los prejuicios de la gente hacia los huérfanos, los sin techo, que se ven obligados a dormir en la calle, pedir limosna… Todos reniegan porque no se fían de ellos. Encima es tan empática que «les entiende».
Mary y Diana me parecen geniales, y Saint John… Bueno, un hombre soltero, joven, con ‘belleza griega’, pelo rubio y rizado, párroco… casi parece el pretendiente perfecto.
Es más, ¿recordáis al señor William Weightman, ayudante de Patrick Brönte, muy querido por toda la comunidad, que visitaba y ayudaba a los pobres, y murió contagiado de cólera en una de sus visitas a la edad de 26 años? Bueno, al parecer a nuestra Charlotte no le caía bien al principio (tal y como Jane recela de Saint John); pero después de descubrir que había prestado ayuda a una de sus pequeñas alumnas, que se estaba muriendo; cambió de idea. Escribió a su amiga Ellen Nussey:
Cabe preguntarse queridxs: ¿cómo de importante fue este hombre para aparecer en las novelas más destacadas de las Brönte? Debió de ser un buen hombre para dejar semejante huella en todas ellas, sobre todo en la dura Charlotte.
Creo que la idea de abrir un colegio de niñas pobres es una forma de cumplir el sueño de Charlotte y de Emily. Ambas estuvieron a punto de conseguirlo, pero finalmente no pudo ser.
La historia de Rosamund y Saint John es nuevamente, una especie de proyección de Jane y Rochester. Saint John piensa en el terrible futuro que le augura con Rosamund, igual que Jane con Rochester. Por sus creencias, ella no tendría la conciencia tranquila casándose con un hombre casado; y por sus creencias, Saint John no puede renunciar al sueño de su vida (no compartido por su amada). Dos personajes muy parecidos (no lo digo yo, lo dice Rosamund), que se entenderían a la perfección si tuvieran el valor de compartir sus sentimientos por igual.
El triple plot twist me dejó rotísima. ¿Pero qué es esto, Brönte, desgraciada? Ni siquiera me dejas recuperar el aliento del descubrimiento de Saint John sobre la verdadera identidad de Jane, y ya me estás metiendo que es rica y que él y sus hermanas son sus primas. La que necesita sentarse soy yo, no Jane. Santa madre que te parió Charlotte Brönte.
La renuncia continua de Jane a casarse con su primo, es valiente; y la reacción de él, cruel. ¿Por qué tiene ella que sacrificar su vida para contentar la de él? Quien, por cierto, utiliza como excusa a Dios. Es un egoísta que no piensa en ella, le tengo canceladísimo.
El mamarracheo continua, Thornfield quemada por la mujer desequilibrada de Rochester, Adèle en un internado, la señora Fairfax fuera de radar, y Rochester ciego y sin mano. Pero ¿qué es esto señorita Brönte? Es que a quien se lo cuentes no se lo cree.
El reencuentro de Jane con Rochester, el capítulo final, es muy muy bonito. Me alegro de que tenga un final feliz para todos los personajes.
Y me resulta curioso que justo la última conclusión sea sobre la muerte de Saint John. William Weightman falleció 5 años antes (1842) de la publicación del libro (1847), por lo que no sería extraño, que con el aprecio que todos le tenían y lo mucho que sufrieron con su fallecimiento; Charlotte Brönte quisiera sumarse a los homenajes celebrados en su honor.
Brönte, como sus hermanas, nació para brillar con luz propia. Es una profesional de manual, una escritora talentosa que, recordemos en el siglo XIX; incide en la defensa de las mujeres como iguales ante los hombres.
Algo que siempre me gusta recordar es que Charlotte dijo que «(…) no queríamos darnos a conocer como mujeres, porque (…) teníamos la vaga impresión de que las autoras tienden a ser consideradas con cierto prejuicio; nos dimos cuenta de que, a veces, los críticos, para castigarlas, utilizan el arma de su personalidad femenina (…)».
Esto sucedió tiempo después de haber recibido una carta del gentleman poeta laureado, Robert Southey (al que parece que le gusta ser retratado con el ‘estilo pelo al viento’), el
12 de marzo de 1837. ¿Qué decía esta carta?
Ella, a la edad de 20 años y trabajando como profesora consolidada; guardó la carta original escribiendo en el sobre ‘Southey’s advice. To be kept forever’. Una reina. ¡Pero lo mejor es que le respondió!
¿Deberíamos culparle? Todos somos hijos de nuestra época… Además, ¿qué hombre quiere cambiar un mundo cuya posición le ha favorecido siempre?
El caso es que 10 años después, Charlotte publicaría esta obra, y ¡oh!, sorpresa, su éxito ha traspasado 3 siglos.
Tal vez por estas críticas escribió, en boca de Saint John:
Jane Eyre es una lectura que hay que hacer una vez en la vida.
Bibliografía e imagenes
· Brönte, Charlotte, Jane Eyre, Austral, Barcelona, 2016
· https://www.annebronte.org/2017/05/07/robert-southey-and-the-infamous-letter/
· https://www.annebronte.org/2018/08/14/the-kind-brilliant-william-weightman-a-tribute/
· https://www.britishlibrary.cn/en/articles/women-writers-anonymity-and-pseudonyms/
· https://annalecehunter.com/blog/2019/2/11/thornfield-hall?format=amp