Cumbres Borrascosas. Emily Brönte

«[Hay autores que] poseen una personalidad tan abrumadora que -tal y como decimos en la vida real- hacen sentir su presencia desde el instante en que aparecen por la puerta. Hay en ellos una indomable ferocidad que está en perpetua lucha con el orden establecido de las cosas y que despierta en ellos el deseo de crear de manera instantánea en lugar de observar con paciencia. Este mismo ardor rechaza las medias tintas y otros impedimentos menores, hace caso omiso de la conducta cotidiana de la gente común y pasa de largo ante ella para volar raudo en busca de sus pasiones más inconfesadas y aliarse con ellas».

Virginia Woolf sobre Emily y Charlotte Brönte

¿En qué hora decidió el señor Lockwood alquilar la casa del señor Heathcliff? No tenía ni idea del panorama en el que se estaba metiendo. Y es que este hombre decide adentrarse en la historia de Cumbres Borrascosas, llevado por la curiosidad entorno al misterio que rodea la casa. A través de él, y sobre todo, de Elle, la antigua ama de llaves, conocemos lo peor de lo peor de la sociedad del XIX. Permitidme que me sume a las opiniones de los críticos sobre la novedosa estructura de este libro, la cual generó confusión. Vaya, y yo que creía que era la única a la que le parecía caótica. Y es que el protagonista cuenta su historia, pero a la vez dentro de esa historia hay otra historia y dentro otra… y todas se van entrelazando, de manera que, entre tanta prosa poética, al final la estructura cobra sentido.

«Emily Brontë era capaz de liberar la vida de su dependencia de los hechos; con un par de pinceladas podía retratar el espíritu de una cara de modo que no precisara cuerpo; al hablar del páramo, conseguía hacer que el viento soplara y el trueno rugiera».

Virginia Woolf

Dentro de ese aparente caos, hay una historia y unos personajes perfectamente definidos, no me malinterpretéis; pero cuesta enterarse del argumento hasta que te acostumbras a su peculiar forma de escribir.

Emily Brönte tenía una personalidad distinta a la de sus hermanas, más reservada. Prefería observar a ser observada, y era un poco turbia, o eso es lo que dicen de ella. La misma autora lo llama «peculiaridad», y se queja de que la gente la juzgue por ello:

«(…) el más idiota podía haber adivinado que estaba loco por ella. Me comprendió al fin y me devolvió Ia mirada… la más dulce que se pueda imaginar. ¿Y qué hice yo? Lo confieso con vergüenza: me encogí glacialmente dentro de mí como un caracol (…). Esta rara peculiaridad de mi carácter me ha granjeado la reputación de frialdad deliberada. Sólo yo puedo comprender lo injusta que es (…)».

Emily Brönte

Su mundo interior es radicalmente distinto al de muchas de sus contemporáneas. Quizás siempre tira más el género de la típica historia de amor, pero aquí no solo hay eso, sino desamor, locura, caos, misterio, sucesos paranormales, humor muy «peculiar», pero que te saca, si no una carcajada, una sonrisa… Porque nena, ya tienes que ser mamarracha para empezar escribiendo algo racional, dramático; y de repente montar un espectáculo con discusiones, violencia y brujería (¿WTF?) en la casa. Es una absoluta genia.

A pesar de que el protagonista es un hombre, la presencia de mujeres jóvenes con carácter está ahí. De hecho, todo gira entorno a ellas, a la historia de Catheryn, contada por su niñera. Una señora de armas tomar que ha soportado lo insoportable (¿Será un guiño a la labor de su hermana Anne como institutriz?). También están Cathy (hija), Isabella Linton, las criadas…

«- ¡El señor Hareton y toda la camarilla de ustedes han de entender que rechazo cualquier pretensión de amabilidad que tengan la hipocresía de ofrecerme! ¡Los desprecio y no tengo nada que decirle a ninguno! Cuando hubiera dado mi vida por una palabra amable, hasta por verle a uno la cara, todos se apartaron. ¡Pero no me voy a quejar a ustedes! He bajado obligada por el frío, no para divertirles ni para disfrutar de su compañía».

Emily Brönte

Todas ellas mujeres decididas a no dejar que los demás las manipulen. No agachan la cabeza como sumisas, intentan rebelarse, dan su punto de vista, hablan, se vengan, huyen si es necesario, gritan, patalean, lloran…

«-¡No debería regatearme unas pocas yardas de tierra para adorno, cuando me ha quitado todas mis tierras! / -¿Tus tierras, insolente desgraciada? Nunca tuviste ninguna -dijo Heathcliff-. / -Y mi dinero -continuó ella, devolviéndole su colérica mirada mientras mordía una corteza de pan, el resto de su desayuno-«.

Emily Brönte

En cuanto a los hombres, son más animales que personas, en su mayoría. A excepción del señor Linton, los demás… Bueno… Están perturbados.
Aunque todos ellos son víctimas de sus situaciones personales. El ejemplo más claro es Heathcliff, un niño abandonado que no recibió el cariño necesario porque siempre era el ‘outsider’, y cuando intentó redimirse y se presentó ante Cathy como un chico bien vestido y educado, solo recibió burlas. Al final se ha acabado creyendo todo lo que le llamaban, porque si te machacan toda la vida con lo mismo, ¿qué vas a hacer al final? Te conviertes en el monstruo que todos quieren que seas. Él no sabe cómo dar amor (ni cómo recibirlo) porque nunca nadie lo ha hecho, a excepción de Cathy (cuando eran pequeños), por tanto no se puede esperar de él que vaya a educar en buenos valores a su hijo Linton.
Por eso, decir que es un personaje horrible y tóxico, es cierto, pero es quedarse en la primera capa de la cebolla. Es infinitamente más complejo que eso. Nunca nadie es malo porque sí y ya está, nada es blanco o negro, siempre es gris.

Las travesuras infantiles de Heathcliff y de Cathy me divierten y me asustan a partes iguales. Aunque eso sí, hay que reconocer que qué historia de amor más bonita entre estos dos jóvenes «inocentes».

«Los pobres se consolaban el uno al otro con pensamientos mejores que los que se me hubieran ocurrido a mí. Ningún sacerdote del mundo pintó jamás el cielo de forma tan hermosa como lo hacian ellos en su inocente charla (…)».

Emily Brönte

«Ella es tan inmensamente superior a ellos…, a todo el mundo, ¿no es verdad, Nelly?».

Emily Brönte

Esto se traslada a la adultez, y aunque es una relación (por llamarla de algún modo), evidentemente tóxica, encuentro atisbos de humanidad y compasión en la desesperación de Heathcliff hacia ‘Cathy’, como él sigue llamándola hasta en su lecho de muerte.

«(…) ¿Por qué me despreciaste? ¿Por qué traicionaste a tu propio corazón, Cathy? No tengo ni una palabra de consuelo. Te lo mereces. Tú misma te has matado. Sí, puedes besarme y llorar y arrancarme besos y lágrimas: te abrasarán.., te condenarán. Tú me amabas. ¿Qué derecho tenías entonces a abandonarme? ¿Qué derecho, respóndeme, al pobre capricho que sentías por Linton? Porque ni la miseria, ni la degradación, ni la muerte, nada que Dios o Satanás nos pudiera infligir nos hubiera separado; tú, por tu propia voluntad, lo hiciste. Yo no he roto tu corazón… tú lo has destrozado y, al hacerlo, has roto el mío. Tanto peor para mí si soy fuerte. ¿Es que quiero vivir? ¿Qué clase de vida será cuando tú…? ¡Oh, Dios! ¿Te gustaría a ti vivir con tu alma en la tumba?»

Emily Brönte

Llega a velar su tumba, una vez fallecida, todas las noches, en secreto. Como mencionaba antes, ahí creo que reside su humanidad.

«(…) ¡Oh, dijiste que no te importaban mis sufrimientos! Yo no rezaré más que una oración…, y la repetiré hasta que la lengua se me entumezca… ¡Catherine Earnshaw, que no descanses mientras yo viva! ¡Dijiste que yo te había matado… persígueme entonces! Los muertos persiguen a sus asesinos, según creo. Sé que hay fantasmas que vagan por la tierra. ¡Quédate siempre conmigo, en cualquier forma, vuélveme loco! ¡Pero no me dejes en este abismo donde no puedo encontrarte! ¡Oh, Dios, es indecible! ¡No puedo vivir sin mi vida, no puedo vivir sin mi alma!».

Emily Brönte

Todo ello hace que, como dice la propia autora, sintamos «piedad por personas que carecen por completo de ella tanto hacia sí mismas como hacia los demás». En otras palabras, nos está tocando las narices para luego tocarnos la patata.
El simple hecho de que lo consiga habla mucho del talento que tiene como escritora. Es una descarada, consciente de que lo es y le importa tres carajos lo que piensen los demás, y a mí eso ME ENCANTA. La respeto. La respeto muchísimo.

La historia te atrapa significativamente. Es adictiva por lo misteriosa, cruda, realista, cruel, sarcástica y divertida (a su manera) que es. Tanto Heathcliff como Cathy sueltan verdades como churros sobre el otro. Ella es una niña mimada que critica y castiga, irónicamente, a los niños mimados (su marido y su cuñada).

«(…) Pero los dos son iguales. Son niños mimados que se figuran que el mundo se ha hecho para su conveniencia y, aunque les doy gusto, creo que un buen castigo les mejoraría de todas formas».

Emily Brönte

Mientras que Heathcliff, es un trepa de manual. Cathy, que le conoce mejor que nadie, no quiso casarse con él. Curioso, porque si lo piensas, son tal para cual.
La escena en la que se pelean y luego Cathy le suelta el amor de su cuñada por Heathcliff, en presencia de ella también, es sencillamente CINE.

Brönte aprovecha su libro para dejar caer alguna que otra pullita referente a su sociedad, y, ¿por qué negarlo?, a la nuestra también:

«El tirano oprime a sus esclavos, pero ellos no se vuelven contra él, sino que aplastan a los que tienen debajo».

Emily Brönte

Habla de la realidad tal y como es, sin florituras, sin lo bonito. Virginia Woolf lo explica mucho mejor que yo, en su introducción a esta misma novela, en una publicación de 1916:

«El impulso que la instó a crear no fue su propio sufrimiento ni sus propios males, sino que se asomó al gigantesco desorden de un mundo agrietado y resquebrajado y sintió en ella la capacidad para unirlo en un libro«.

Virginia Woolf

Resulta un poco irónico y creepy que Heathcliff pretenda juntar a la hija de su amada con su propio hijo, como si así consiguiera el final feliz que no tuvo para él. En las últimas solo quiere heredar casas y dinero, a costa de lo que sea y de quien sea. Está tan consumido por la maldad, el dolor, la ira… que no le importa nada más.

Linton es hijo de su padre y de su madre, sin duda. Un manipulador consentido, aterrado por el maltrato al que está sometido, pero cuando no le toca a él no le importa. Falta de empatía, vanidad, toxicidad, mentiras, engaños… Y lo que más rabia da es que no puedes odiarle, porque es otra víctima más de esta historia.

Todo el misticismo entorno a la enfermedad de Heathcliff, es súper turbio. Sospecho que acabó teniendo alucinaciones en las que hablaba con el fantasma de Cathy, que le diría que pronto se reunirían o algo así, por eso estaba tan feliz. Aún así me sorprende que una hija tan devota de la religión, como eran las Brönte, hable de cosas paranormales. Entiendo por qué fue un escándalo en la época.

«Señor Heathcliff, usted no tiene a nadie que le quiera y, por muy desdichados que nos haga, aún tendremos la venganza de pensar que su crueldad procede de una desdicha mayor que la nuestra. Usted es desgraciado, ¿no es así? Solitario como el demonio y envidioso como él; ¡Nadie le quiere…, nadie le llorará cuando se muera! iNo me gustaría ser usted!».

Emily Brönte

La conclusión que saco es que Heathcliff estaba consumido por el dolor que le causaba la muerte de Cathy y todo lo que le recordaba a ella (Catherine, Hareton, Linton, Edgar, las Cumbres, la Granja, Ellen…). Por eso se comportaba así.

«Hace cinco minutos Hareton parecía la personificación de mi juventud, no un ser humano. Tuve hacia él tal variedad de sentimientos que hubiera sido imposible hablarle de modo racional. En primer lugar, su sorprendente parecido con Catherine me lo relacionó terriblemente con ella. No obstante, eso, que tú puedes suponer que es lo que más poderosamente atrae mi imaginación, es en realidad lo que menos. Porque, ¿qué es lo que no me relaciona con ella?, ¿qué es lo que no me la recuerda? ¡No puedo mirar a este suelo sin que se dibujen sus rasgos en las losas! ¡En cada nube, en cada árbol (llenando el aire de la noche y vislumbrándola en cada objeto por el día), estoy rodeado por su imagen! Los rostros más corrientes de hombres y mujeres (mis propias facciones) se burlan de mí con un parecido. ¡El mundo entero es una espantosa colección de memorias de que ella existió y de que la he perdido! Bueno, el aspecto de Hareton era el fantasma de mi amor inmortal, de mis frenéticos esfuerzos por mantener mi derecho, de mi degradación, de mi orgullo, de mi felicidad y de mi angustia».

Emily Brönte

Tiene un final sorprendente a medias. Me esperaba que Heathcliff muriera, pero no que Catherine se casara con Hareton. Eso sí que no lo vi venir. Quiero decir, es obvio que a Hareton le gustaba ella desde hacía mucho y que, debido a sus toscas formas, no sabía cómo expresarse. Luego tampoco podía hacerlo porque ella estaba con Linton, y después porque Heathcliff no lo aprobaría… pero lo de Catherine es muy random. Lo que resulta igualmente random, es que tenga un «final feliz». El monstruo y el cura (que son los que daban por saco) se han ido, y ahora todos están tranquilos, «felices» e incluso ¡tienen un bodorrio que preparar! Para una mente tan sombría como la de Emily Brönte, me sorprende que le haya dado a su obra este final más o menos feliz. Sinceramente, esperaba que se marcase una Boda Roja o algo así, pero me ha roto los esquemas una vez más. Ha sido predeciblemente impredecible.

«La roja luz del fuego brillaba en sus dos bonitas cabezas y revelaba unos rostros animados por el ávido interés de los niños, pues, aunque él tenía veintitrés años y ella dieciocho, cada uno de ellos tenía tantas novedades que sentir y aprender, que ni experimentaban, ni traslucían, los sentimientos de la madurez sobria y desencantada».

Emily Brönte

Compleja, potente, intensa y rompedora, Cumbres Borrascosas se lleva sin lugar a dudas, mis dieces y un gran trozo de mi alma.

¡LECTURA OBLIGATORIA!

Puntuación: 5 de 5.

Bibliografía e imágenes

· Brönte, Emily, Cumbres Borrascosas, Austral, Barcelona, 2015.

· Woolf, Virginia, Prólogo de Cumbres Borrascosas, siglos XIX-XX.

· Google Imagénes

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