(…) Pues hombres y mujeres trabajan igual de duro, ciertamente. Ya quedaron atrás los días en los que los hombres eran la exclusiva mano de obra en el comercio y las distintas profesiones liberales; ahora, y cada día en mayor medida, se abren nuevos campos profesionales y las mujeres en muchos casos comparten el honor de contribuir con su salario al mantenimiento del hogar (…).
Queridxs lectorxs, empezamos el año como nos gusta, con un buen libro, y es que Damas en Bicicleta es una obra maestra digna de ser traída a éste nuestro blog. Fue hace unas semanas cuando me topé con ella, en la tienda de regalos del Museo del Romanticismo, y me llamó la atención su título, ¿señoronas de los siglos XIX-XX en bicicleta? Curioso, nunca lo había visto.
Antes de nada, y sumándome a las declaraciones de varias compañeras de otros blogs literarios, he de decir que, si te interesa el mundo de la bicicleta, éste es tu libro. Mayoritariamente trata sobre aspectos técnicos de la misma, pero también trata un tema que afortunadamente se ha puesto muy de moda hoy día. Y es que este libro no solo explica cuáles son las mejores bicicletas, los mejores sillines, pedales, cómo repararlas adecuadamente… Esta musa ve aquí una cuestión de fondo: la cuestión de género. Bien es sabido por todxs, y sobre todo por todas nosotras, que el trato que se le daba a la mujer en los siglos pasados no es ni de lejos tan favorable como el de ahora. Y es que la misma autora, en tono irónico y divertido, cuenta cómo las mujeres ciclistas eran acosadas (¡piropeadas dirían algunos babuinos!) por el sexo masculino. Ya de por sí resultaba anómalo montar en este innovador vehículo, pues imaginad si sois mujeres, se convierte casi en deporte de riesgo. No es tan sorprendente que esto se mencione, ya que algunas mujeres (muy pocas) comenzaban a tener conciencia de que sus derechos debían ser igualitarios a los de los hombres; lo que más sorprende es que se reitere en esta idea de igualdad, e incluso se llegué a plasmar literalmente por la autora.
(…) Si ellas trabajan y fe que lo hacen ya miles de mujeres en nuestro país (…) es justo que las féminas tengan las mismas oportunidades que los hombres de disfrutar de un poco de aire puro de vez en cuando (…).
Siguiendo en este hilo, debo incidir en las lecciones de vestuario que Erskine da a la hora de montar en bicicleta, y es que nunca me había parado a pensar con detenimiento cómo es que las mujeres podían realizar actividades como esas con vestidos tan prominentes. Ello es también una cuestión de género y una demostración de agilidad, ya que los hombres no tenían ese problema, se ponían unos pantalones ceñidos y a montar, pero ¿y nosotras? Pues según la autora, se deben utilizar un tipo especial de telas, mejor que sean finas y volubles, sobre todo en la lucha contra el viento, que, como ella misma explica, tan molesto resulta hasta para caminar. Hoy en día si os ponéis una falda o un vestido largo, estaréis en las mismas condiciones que estas damas, así que es de fácil comprensión. Otra opción que nos da Erskine es utilizar unos pantalones bombachos, relativamente cómodos para montar y medianamente aceptados por la sociedad, pero siempre largos, que a la que enseñas tobillo te tiznan de poco decorosa.
Dejemos a parte la cuestión de si es agradable para una dama tener que soportar las vulgares groserías que no pocas veces se le dedican por parte de los viandantes (…).
Avergüenza leer los comentarios que tienen que aguantar las mujeres, pero también enorgullece contemplar lo mucho que les da igual y cómo siguen adelante a pesar de las circunstancias sociales de su época. Estas mujeres son fuertes, decididas, valientes, empoderadas. Una palabra curiosa, empoderadas, ya que personalmente no sabía cuánto había hecho la bicicleta por la emancipación de la mujer, que ya no necesitaba un conductor hombre, ni siquiera un coche en sí, sino que podía coger su bicicleta y viajar sola tanto a casa de la vecina, como un fin de semana entero. O podía incluso dar la vuelta al mundo, como ya hiciera Annie Londonderry a finales de siglo.
Os estaréis preguntando, ¿y los hombres qué pensaban? Bueno, como a Londonderry las utilizaban como propaganda comercial, con el fin de promocionar sus productos (bicicletas y accesorios específicos para ellas). De esta forma, ganaban aquello que mueve el mundo: dinero.
Quizás algunos de ellos no tuvieran intenciones tan poco nobles, y de verdad quisieran ayudarlas, pero seguro que aquellos eran muy pocos, teniendo en cuenta la mentalidad que movía a los empresarios de los siglos XIX-XX.
Sea como fuere, debemos quedarnos con la importancia que este vehículo tuvo en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; y con la sororidad que se respiraba entre las mujeres, quienes durante siglos han luchado juntas para que hoy tengamos un mundo mejor.
https://www.youtube.com/watch?v=IUDz2GxtrAA
Todas las imágenes han sido extraídas de Google Images
PUNTUACIÓN
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